Santiago de Compostela





En 1935, Federico García Lorca escribió "Seis poemas galegos" (editados por la editorial gallega Nos). Uno de ellos, titulado Chove en Santiago, será escogido por Luar Na Lubre en su album Cabo do Mundo como título de una de sus mejoras canciones. El tema, que ha sido versionado por el propio grupo en multitud de ocasiones (incluida una versión de Ismael Serrano) refleja toda la belleza de la letra del genial poeta, mostrando como nadie esa singular belleza de Santiago de Compostela.
Aquí teneis la letra en su idioma original y una traducción al español para que podáis disfrutar de la belleza de esta composición:                                     
                                     Chove en Santiago (Federico Garcia Lorca)


 Chove en Santiago                    Llueve en Santiago
meu doce amor.                         mi dulce amor
Camelia branca do ar               camelia blanca del aire
brila entebrecida ô sol.              brilla entenebrecida al sol.

Chove en Santiago                    Llueve en Santiago
na noite escura.                         en la noche oscura.
Herbas de prata e de sono        Hierbas de plata y de sueño

cobren a valeira lúa.                 cubren la vacía luna.

Olla a choiva pol-a rúa,            Mira la lluvia por la rúa
laio de pedra e cristal.              lamento de piedra y cristal
Olla no vento esvaído               Mira en el viento perdido

soma e cinza do teu mar.          sombra y ceniza de tu mar

Soma e cinza do teu mar          Sombra y ceniza de tu mar
Santiago, lonxe do sol.             Santiago, lejos del sol
Ãgoa da mañán anterga          Agua de la mañana antigua
trema no meu corazón.            tiembla en mi corazon

La sombra del peregrino

Cada noche cuando llega la oscuridad una figura tenebrosa aparece en una de las plazas más bellas y concurridas de Santiago de Compostela. Es uno de los misterios mejor guardados de la plaza de A Quintana. En una esquina, la más próxima a Platerías, junto a la Puerta Real, una sombra espectral da forma a una figura de un extraño peregrino. Permanece allí hasta el amanecer protegida por las verjas.
Con su bordón calabaza incluida, su sombrero de ala ancha y oculto bajo su capa, aprovecha la sombra del pilote que protege el cable del pararrayos, para ocultarse de las miradas inoportunas y continuar con su triste y prolongado sino.

Tan singular efecto óptico suele pasar desapercibido porque se produce cuando la Basílica compostelana ya ha cerrado sus puertas y la afluencia de visitantes se limita a las terrazas de los establecimientos de hostelería de las proximidades.
Durante el día el peregrino desaparece.
Según cuenta una leyenda, la sombra pertenece a un sacerdote enamorado de una religiosa del convento de San Paio. Todas las noches se reunía con ella cruzando un pasadizo existente bajo la escalinata de la Quintana, que unía la Catedral al convento.
Después de algún tiempo el sacerdote propuso a la religiosa escaparse juntos para vivir su amor libremente. Se citaron al anochecer y el clérigo se disfrazó de peregrino para no llamar la atención. La esperó pacientemente, pero ella, nadie sabe por qué, no acudió a la cita. El nunca se ha resignado a la evidencia. Y desde entonces, al caer la noche, él sigue acudiendo puntualmente a la cita. Cada noche, todas las noches.
La plaza de A Quintana, es decir, de la redundancia, puesto que quintana no es otra cosa que plaza en galego, se divide en dos niveles que a lo largo de la historia han recibido dos nombres. La Quintana de Vivos, que es el nivel más alto, y la de Mortos, el más bajo y amplio.
Éste último fue durante siglos cementerio público, de ahí su nombre, y un cementerio con enterramientos de no demasiada calidad. En un documentado estudio sobre el urbanismo compostelano en la época barroca, el profesor Andrés Rosende recoge algunas descripciones sobre el estado de estas tumbas que dan bastante más miedo que el espectro del peregrino.
A Quintana también fue lugar de juicios inquisitoriales, los llamados actos de fe. Por tanto la triste sombra también podría tratarse de un quemado en la hoguera.

Iglesia de Sta. María Salomé (María Embarazada )

Las Sagradas Escrituras cuentan que Salomé fue una de las mujeres que siguieron a Cristo y que se encontraban al pie de la Cruz cuando fue crucificado, se la reconoce como madre de los apóstoles. Santiago el Mayor y Juan, y es ésta la única iglesia erigida en advocación suya en toda España. El templo fue construido bajo mecenazgo de Gelmírez y fue fundada por el chantre Pelayo Abad en 1140. Su portada es románica de triple arquivolta sobre columnas de capiteles, bellamente decorados. Se guarece por un pórtico asoportolado levantado en el siglo XVI. La representación de la Virgen de la Leche sobre la clave central. A a ambos lados aparecen las imágenes de la Anunciación, María y el ángel Gabriel, del S. XV.
Contigua al presbiterio se conserva la capilla renacentista en honor de Nuestra Señora y San José cubierta con una bóveda nervada, del S.XVI. En ella se aprecia un retablo dedicado a San Julián. Durante el barroco se acomete una amplia remodelación de la planta y alzado. Se levanta la capilla de Santa Teresa por el arquitecto Peña de Toro en 1662 y se cubre con una cúpula decorada de casetones y linterna. La portada se abre con un arco de medio punto. Además del retablo en honor a la Santa de 1670, se guarda la imagen de la Virgen de la Soledad.
El campanario es obra de José Crespo, tomando como modelo el de San Fiz de Solovio, en su decoración de placas y la aparente inestabilidad de sus volúmenes.
Corría la segunda mitad del siglo XVI, cuando algún párroco decidió que el abierto cementerio que separaba la iglesia de Santa María Salomé, cerrase mediante una muralla aquel lugar de paso habitual del vecindario, que así atajaba en su travesía entre la plaza de la pescadería y el palacio de los Fonseca en la rúa del Franco.
El jolgorio que a su paso organizaban los estudiantes de latines y cánones, bajo los arcos del viejo Hospital de Mujeres (actual espacio ocupado por la librería  Vetusta, molestaba al Rector de Santa María Salomé y su Hospital por considerar que no era propio de aquellos sagrados edificios, albergar las continuas trifulcas que a su amparo se hacían.
En el retablo de una de las capillas que hay entrando al lado izquierdo aparecen, junto con otras caras de nariz aguileña y rasgos aztecas, sendos rostros de ángel con gafas talladas en la madera.
Como dato curioso se puede apuntar que en esta iglesia murió el 24 de Junio de 1862, María Teresa da Cruz de Castro e Abadía , madre soltera de Rosalía de Castro. Murió de repente, sin auxilios espirituales, a causa de una dolencia de corazónLa opinión del autor del documental es que las hermanas desempeñaron, posiblemente sin saberlo, una papel fundamental en esa época de represión. "Mucha gente que se sentía ahogada por el régimen y que no se rebelaba por temor a represalias, veían en Las Marías ese grito de libertad". Cuando en 1980 falleció Maruxa, Coralia se fue a vivir con otra hermana a A Coruña, ciudad a la que nunca se adaptó. Murió tres años más tarde después de preguntar muchas veces cuál era el camino para volver a Santiago.

La verdad de "Las Marías "

Salían cada día a pasear por las mismas calles de Santiago, siempre a las dos en punto, arregladas con una ropa y un maquillaje tan colorido como extravagante. Todavía hay mucha gente en la ciudad que recuerda a las inseparables hermanas Coralia y Maruxa, más conocidas como Las Marías, dos emblemáticos personajes de Compostela a los que las nuevas generaciones sólo conocen por la estatua que les rinde homenaje en la entrada del parque de la Alameda.
Pero bajo esa fama de locura que les precede hasta hoy, escondían un drama personal que no todos conocen, con la Guerra Civil como telón de fondo. Así lo recoge el documental Coralia e Maruxa, as irmás Fandiño, de Xosé Rivadulla Corcón, para cuya elaboración ha contado con testimonios de personas como Encarna Otero, Xosé Luis Bernal o Dionisio Pereira.
Nacieron en una familia obrera de 11 hermanos, tres de ellos destacados miembros de la CNT. El documental relata cómo tras el estallido de la Guerra Civil, asesinan a uno de ellos mientras que los otros dos consiguen huir. La pesadilla para las hermanas comenzó cuando los falangistas trataron de utilizar a la familia para averiguar su paradero. A horas intempestivas de la noche, llegaban a la casa de los Fandiño, registraban y desbarataban la vivienda, desnudaban en la vía pública a las hermanas para humillarlas y las subían al monte Pedroso de Santiago. "No está demostrado, pero hay gente que afirma que las llegaron a torturar e incluso a violar", explica Rivadulla.
Con poco más 20 años y sin haberse metido con nadie, la vida de Las Marías se convierte en un mal sueño que se prolongará desde el inicio de la guerra hasta mediados de los años 40. Rivadulla señala que esos malos tratos continuados fueron la causa de la locura que ambas sufrieron, porque "antes no eran así". Finalmente los hermanos huidos fueron arrestados y cesó la presión sobre las Fandiño.
Aun así, su situación económica era muy precaria. Las hermanas dejaron de trabajar como costureras, oficio que venían desempeñando junto a su madre, porque los clientes dejaron de llevarles ropa "por ser una familia anarquista, por miedo a significarse". Vivían en parte gracias a la caridad de los vecinos. No les ayudaban de forma directa, porque quienes las conocían sabían que no aceptarían una limosna, sino que les dejaban de forma anónima pequeñas cantidades de dinero en distintos comercios, en los que después ellas compraban.
La solidaridad de los vecinos se puso a prueba a principios de los 60, cuando un temporal tiró abajo el tejado de la casa de las Fandiño. Enseguida se organizó una gran colecta entre los vecinos de Santiago y se llegaron a juntar 250.000 pesetas. "Es espectacular", dice Rivadulla, "porque en la época eso es lo que costaba un piso".
"Manifestaron su locura mostrándose rebeldes contra la sociedad", afirma el autor. Las Marías nunca pasaron desapercibidas, no sólo por su llamativa vestimenta y sus rostros maquillados con polvos de arroz, sino por su actitud. "Ellas piropeaban a los hombres algo que, por supuesto, no se le ocurría a ninguna otra mujer. Siempre manifestaban que todos los hombres se enamoraban de ellas y flirteaban con los estudiantes". En contra de lo que pueda parecer, eran muy diferentes: Coralia, la menor y más alta, era tímida y poco habladora, mientras que Maruxa, más pequeña aunque de más edad, era la que llevaba la voz cantante.